domingo, 1 de febrero de 2015

Guillermo Galvé: “El tango es denso y yo muy pasional”




Conoció a Troilo, a Goyeneche, entre otras figuras; y el género musical que eligió de por vida lo hizo recorrer el mundo. Galve está cumpliendo 40 años de trayectoria y en esta nota despliega anécdotas y reflexiones. Además, adelanta que está preparando un nuevo disco.  

 Por Ana Na
  La noche de Buenos Aires tiene cosas que nos identifican aquí y en el exterior. Los cines, los teatros, las calles, el Obelisco y por sobre todo la Avenida Corrientes donde nace el tradicional tango. Música nacional interpretada por muchos y algunos que ya no están. Pero todavía hay intérpretes que se destacan de la vieja guardia y hoy es el turno de sentar en el banquillo de los reporteados a Guillermo Galve, que tiene 40 años de trayectoria regalándonos tango con su voz pasional. Sus canciones le cantan al amor, a la vida, al barrio, adoquín y esquina, al farolito. También a las noches.
   La entrevista transcurrió en un clima muy familiar al que concurrió con su señora. Vestido de elegante sport, mantenía su espíritu gracioso de siempre haciendo bromas. Era su costumbre cuidar que su cabello no estuviera desordenado como así también dar atención a todos los detalles de su presencia. Previamente a las preguntas pidió pasar al baño: fue a peinarse y a mirarse en el espejo. Quiso ponerse más elegante para comenzar el cuestionario.
--Hola Guillermo, ¡después de tanto tiempo!
--Hola. “Hoy después de tanto tiempo…” (canta). Arrancamos con el tango-- dice, con voz grave.
--¿Cómo descubriste en vos la vocación del canto?
--
La respuesta no es fácil, parece simple pero no lo es. En mi familia nadie se dedicó al canto, sí mi vieja tocaba el piano. Después de cerrar la farmacia nos juntábamos a veces antes o después de comer y canturreábamos un poco con mi viejo. Tengo un hermano siete años mayor y a él sí le gustaba el tango, quizás lo imitaba a él. Yo cantaba, después llegó una edad en la que tomé conciencia de que tenía buena voz y entonación y ahí empecé a tomar clases. Pero en aquella época se escuchaba música melódica como el Trío Los Panchos, Rosamel Araya y otros en el estilo de boleros.
--Dijiste algo sobre una farmacia. ¿Qué actividad tenías anteriormente?
--
Dejé de estudiar porque era muy vago y reacio a tomar responsabilidades y trabajaba en la farmacia de mi papá haciendo y repartiendo pedidos, desde el sótano, con los cadetes. Atendía el mostrador y a los 13 aplicaba inyecciones intramusculares y ésa era mi actividad mientras cantaba. Hasta que tomé conciencia de que debía dedicarme a la música y buscarme un profesor.
--Decís que tuviste un maestro de canto. ¿Quién fue?
--El primero de mis maestros lo tuve a los 12 ó 13 años, atendía en Callao 11 donde estaban las salas de ensayo. Me lo recomendó Jorge Valdés, un cantor de tangos. Fuimos un grupo de cantantes y cantábamos en unas gradas en clases colectivas y todos eran mayores que yo. Luego fui evolucionando y cambiando. Mi maestro actual tiene 95 años y es Ricardo Catena.
--¿Por qué elegiste el tango?
--
Uno no elige… canta lo que se escucha, lo que está de moda, lo que se escuchaba en la radio como te dije antes Los Fernandos, Antonio Prieto y su famoso tema “La Novia”. Soy un tipo pasional, no podía cantar lo que cantaban mis amiguitos, que no tenía nada que ver con la historia que sucedía para mí. Las cosas nunca fueron livianas, siempre fueron densas. El tango es denso y tenía que ver con mi carácter.
--Característica del tango cantarle a la vida, al amor, a la esquina, a la calle Corrientes.
--¡Ah… la calle Corrientes! Sí. Parece que necesita una calle… un lugar donde ubicarse geográficamente.
--Ahora parece que el barrio de San Telmo es el punto de reunión.

--Verdad, pero tiene que ver más con el turismo que con los barrios coloniales.
--Estuviste con personalidades destacadas como el Sexteto Mayor, que no es poco,  y algunos más renombrados.
--¡Pero yo nunca me consideré una celebrity!
--¿Con quién más estuviste?
--Es muy difícil contarte en tan poco tiempo con quienes compartí, ya que en mis comienzos, por el año 1974, conocí al Polaco Goyeneche (y todavía no pisaba las tablas), ya que era amigo de su chofer, que lo llevaba y traía a todos lados. Este taxista era amigo del café donde parábamos nosotros, en Cabildo y Republiquetas. Un día me ofrece conocerlo al Polaco y yo estaba muerto por conocerlo. Había sacado el disco con Atilio Stampone y anteriormente otro cuando se había separado de Troilo, siendo ya solista. Lo conocí… íbamos al Caño 14 y allí conocí también a Troilo y me saqué fotos con el gordo. Es una cosa fantástica. En Michelángelo, donde yo era intérprete, presenté una vez al actor americano Charlton Heston, a pedido del director artístico. Hacía el cierre del espectáculo y sin otra posibilidad lo presenté oficiando de locutor, me senté y lo dejé hablar y él hablaba en inglés obviamente. Me quedé en un costado ya que el habló pocas palabras en castellano y tuve que traducir al público.
--¿Pensás que el tango tiene vigencia por el turismo extranjero?
--Tengo bien claro qué pasó con el tango desde la época que te referí, pero mi punto de vista no es la verdad absoluta ya que tengo mi forma de ver las cosas.
--Has llevado el tango al exterior a muchos países¿Por dónde estuviste?
--¡El tango me llevo a mí al exterior! (risas) Empecé a viajar cantando oficialmente en el año ’81. Bastante de cabotaje fui a Bolivia como cantor de Horacio Salgán, un prócer de los músicos, de los más modernos, y en el ‘82 me convocan de la única tanguería de París, adonde iban solamente los exigentes, inaugurada por el Sexteto Mayor, con actuaciones de una hora u hora y media. Allí fueron también Osvaldo Piro, Salgán, Susana Rinaldi, que fue una de las dueñas. Era un lugar muy particular que habían puesto un grupo de más de 25 artistas exiliados que vivía allá como Leopoldo Presas, Pérez Celis y otros que se juntaban a jugar a la pelota y un día dijeron “¿por qué no poner una tanguería?” La ubicaron en un lugar espectacular de París donde estaban todos los teatros, en Saint Denisse, muy de prostitutas.
--¿Tenés temas propios?
--Sí, pero no los interpreto. No me dediqué a ser autor, no tengo mucho talento para eso… (dice con pudor)
--¿Hacés algo para que tu música, nuestra música, perdure?
--En principio me enojo mucho cuando hacen cosas para que no perdure. Me enoja (enfatiza), pero por otro lado estoy dando clases y enseñando en un instituto donde hay un muchacho que canta muy bien y además es un gran maestro que tiene su instituto en Caseros, Hugo Araujo. Me convocó para algo especial ya que no practico ningún instrumento y lo que yo hago es la interpretación sobre el fraseo del tango, acentuación y algunas cosas del movimiento escénico que aprendí en China y otros países, con el Sexteto Mayor. Eso hace que uno aprenda en el escenario.
--¿Tenés alguna anécdota graciosa que te haya ocurrido durante una actuación?
--La verdad es que tengo un reflejo bárbaro y energía para salir de esos momentos de situaciones extremas. No sé por qué… tal vez la farmacia, el hecho de manejarme con el público. Pero de ahora no recuerdo muchas cosas graciosas. Lo que te puedo decir es que tengo dominio. Cuando trabajábamos con el Sexteto Mayor que no era un sexteto en sí sino un octeto, había dos músicos más y siete parejas de baile, un equipo muy importante. De hecho, cuando debuté en el Empire Theatre en Picadilly Circus de Londres, que es el lugar donde están todos los espectáculos como si dijera aquí en otros tiempos los cines de la calle Lavalle: allí competíamos con Rents, Los Miserables, Mamma Mia y nosotros formábamos parte con nuestro equipo de Tango Pasión.
--¿Qué pasa cuando estás en países de otra lengua y cantás en español? ¿Cómo llegás al público?
--Depende del público.
--¿El público está compuesto por argentinos que viven en el exterior?
--No… es que el circuito musical que hay en Londres es como el de París. Como esto es un espectáculo musical basado en la danza y la música, la orquesta y los bailarines, el canto forma parte del espectáculo como cuando viene algún artista aquí y canta en otro idioma. La gente va a ver un espectáculo. Lo hizo Gardel en los años ’30: fue a Barcelona, Madrid o París y allí se transformó en una figura internacional. En ese momento yo era un cantor como si ahora vas al Café de los Angelitos o al Viejo Almacén y la gente no va a ver un cantante, va a ver un espectáculo de tango. Debido a eso vos podés cantar las notas y ser un cantante de orquesta como muchos pero yo no me permito eso ya que tengo demasiada personalidad y soy muy pasional. Tengo demasiado orgullo además de amar mucho mi profesión. Por eso mucha gente me tilda de demasiado enfático e histriónico, porque marco mucho las intenciones y la historia, para no hacer una barrera con el idioma, con la cara, con los ademanes, con mi cuerpo, mi voz… con la “Última Curda” me emborracho y le pongo el sentimiento y la parte actoral. Por esa razón elegí el tango, soy apasionado y no puedo dejar que las letras pasen por al lado y lo demuestro. Por eso siento que no soy un cantor más y siempre me la jugué. Exageré tal vez un poco en Europa gesticulando la interpretación para que la gente se diera cuenta y el idioma no sea una barrera, entonces con mis gestos, con mi postura, con el manejo de mi cuerpo y mi trabajo actoral, aunque no lo soy, así conseguía lo que los músicos al ejecutar sus instrumentos.
--Porque en los tangos de la vieja época hay mucho lunfardo también
--Sí, pero no importa. Si vos interpretas y decís “mina”, depende de cómo lo digas van a entender en todos lados. (Canta nuevamente) “Mina que fue en otros tiempos”. El que te quiere entender te va a entender porque después vienen otras frases. De todos modos uno va a cantar aquellos temas conocidos y no pude estrenar temas en Europa. Si aquí con temas nuevos no me dan “bola”… imaginate. Grabé en el ‘79 un disco que de diez temas nueve eran nuevos y todos me decían que era un kamikaze  y no me dieron ni medio de bola... Cantor nuevo, con temas nuevos: no te van a dar pelota.
--¿Dónde y cuándo debutaste en el escenario cantando profesionalmente?
--Debuté con orquesta y público en Mar del Plata a los 14 años, en el Hotel Riviera. Creo que ahora es de un sindicato. Fue con una orquesta de allá, porque estaba viviendo ahí, ya que mi viejo compro el Hotel Los Troncos y nosotros nos fuimos a vivir allí. Entonces para entretenerme me ofrecieron ir a cantar. Probé, canté tuve la oportunidad y así empecé a cantar y fue mi debut.
--¿Y después participaste de algún concurso?
--No. Nunca quise hacerlo.  Porque una vez cuando era chico cuando volvía de un camarín estaban vendiendo los votos.




--¿Tenés hijos?
--Sí, dos varoncitos. A los dos les gusta mucho la música, son muy musicales. Hay uno que tiene un oído tísico, que es Sebastián, pero no canta. El otro Christian, el mayor, ahora tiene 43 años. El cantó, era un fanático del Sandro cantautor, le gusta componer y tiene unas canciones muy lindas. Se fue a vivir a Los Ángeles para grabar un disco allá. No se le dio pero sigue viviendo allá. Se casó, tengo dos nietas de su matrimonio. Ahora conoció a alguien por parte de la mujer que está en la producción de películas de Hollywood y ya le dieron dos temas para películas mexicanas, que se estrenan allá. A lo mejor comienza a esta edad y sigue cantando y componiendo bien. Aprendió a grabar con la computadora. Canta pop, música que aquí sería de la década de los ‘70 y ‘80.
--¿Creés que el tango en la Argentina se está perdiendo?
--Se está perdiendo un cantor como yo… ¡no me dan bola!
--¿Sos de los que quedan de la época de la flor del tango?
--Sí, tuve la suerte como mis compañeros de compartir con esos monstruos del tango, cantores grandes que trabajaban con nosotros en el programa Grandes valores del tango conducido por Silvio Soldán. Éramos jóvenes mezclados con los que ya habían hecho su carrera, como Alberto Marino, Jorge Sobral, Edmundo Rivero, Goyeneche, Mario Bustos, Jorge Valdez, Floreal Ruiz. En aquél momento, el programa se llamaba Grandes valores de hoy y de siempre. Estábamos todos y yo tuve la suerte de compartir ese escenario con tipos que habían sido mis referentes.
--Contame una anécdota graciosa.
--Resulta que en el teatro se estila que en el cierre de las temporadas se hacen jodas. Jodas pesadas, como clavarles los decorados para que no puedan salir del escenario, serruchar sillas… se hacen ese tipo de cosas y hay que salir de eso. En una temporada terminaba cantando “Balada para un loco” y una de las bailarinas que hacía de mi pareja en ese momento estaba sentada en una silla con su cabeza entre sus brazos y yo venía de la otra punta con un smoking, una chalina y un sombrero y hacía de loco y me acercaba a ella. Era todo penumbras, y le daba una luz y ella levantaba la cara y me miraba. Entonces la miro, tenía un diente pintado de negro, cosas puestas en los ojos, era un desastre, como para que cuando la mire me mate de risas y los bailarines esperaban que yo no pudiera seguir cantando y yo le dije “hola como estas?” y no me pasó nada es como que venía preparado para todo… una frustración para ellos terrible, porque habían preparado una joda distinta ¿viste? Los bailarines aparecían por otro lado y hacían jodas entre ellos, entraban por un lado y salían por el otro… en fin… eso… y otras que son difíciles de contar, que hemos tenido con El Polaco, con Jorge Marino, detrás de camarines, con Valdez, con Alfredo Beluzzi. Hemos compartido temporadas. La verdad es que son 40 años de los cuales casi 30 estuve con esas figuras. Cabe destacar que yo soy muy de joder, no con bromas pesadas pero bromear, y casi siempre estoy de muy buen humor cuando voy a trabajar porque me gusta lo que hago.
--¿Qué se siente?
--(Interrumpe  cantando) “Dime amor lo que se siente”.
--Continúo mi pregunta: ¿Qué se siente después de 40 años de trayectoria con éxito?
--(Risas) Bueno… No sé si con éxito. Lo que se siente es que uno deja de pelearse con las cosas sobre todo en este laburo tan competitivo que si uno llega parece que el otro no… el cantor de tango es un poco un solitario, un lobo estepario. Entonces lo que siento cuando puedo reflexionar, al estar tranquilo, ya que no tengo tanto laburo como antes, ni tanta repercusión como antes ya que estuve casi ocho o diez años fuera del circuito… la gente un poco se olvida… no hay difusión del tango porque realmente no la hay, ni radios como había antes. En los ‘80 y ‘80 y pico era toda la mañana de AM y era todo tango. Larrea, Silvio Soldán, Carrizo… todos estaban a la mañana con nuestra música. Incluso cuando estuve en París, Fernando Bravo me hizo una nota desde aquí en Radio Rivadavia en un programa de la tarde y eso que él no es tanguero y sin embargo me llamó al Tortois para hacerme una nota. En ese momento esa radio era la número uno y no había con qué darle.
--Entonces, ¿pensás que hay que hacer mucha publicidad para hacer una convocatoria a un recital?
--Hay que invertir mucho. Morir no se va a morir el tango, olvídense, los que piensan que va a morir antes morirán ellos. Tiene subidas y bajadas. Como los países.
--Me daría mucha tristeza que muera el tango. Es la música que nos representa en el mundo.
--El tango nunca muere, decía un periodista, el tango tiene mareas bajas y ésta quizás lo sea. Hay que poner mucha publicidad en afiches, en los medios, y que te repitan y repitan hasta que la gente va.
--¿Te gusta Cacho Castaña?
--No (dice con seguridad).
--¿Interpretas algo de él?
--¡No! No está en mi repertorio para nada.
--¿Qué haces en tus tiempos libres?
--Leo, miro televisión, escucho radio.
--¿Qué tipo de lectura te gusta?
--En general me gusta mucho la lectura, desde chico; lo que más me atrapó en un momento de mi vida fue la filosofía. En mis giras llevaba un libro que era Introducción a la filosofía, para estudiantes, de Carpio. Lo leía y releía permanentemente cuando me quedaba en el camarín una hora y pico esperando que me tocara cantar y me sacaba las mufas. Realmente me distraía y me ayudó mucho en la agilidad del pensamiento.
--Hay una pregunta que no me respondiste: ¿qué se siente haber cumplido los 40 años de trayectoria?
--Se siente una satisfacción muy grande. Que después de 40 años de hacer lo mismo, de alguna manera, algunos como vos quieran hacerme una nota. Pareciera que no fue todo al pedo, todo esto que recorrí en estos 40 años. Parece que tan mal no lo hice, todavía es una satisfacción que se acuerden de mí, porque a veces después de tantos años es difícil que la gente te reclame o te recuerde. Tenés que haber hecho las cosas bien. El festejo de estos 40 años se le ocurrió a mi maestro Marcelo Araujo que a su vez me respeta y me quiere mucho. Elegimos el 31 de octubre como fecha caprichosa, en el medio vamos a hacer voy a hacer todo lo que pueda… muchos reportajes… voy a grabar un disco o dos ya que hace 20 años que no grabo. Ahora voy a grabar uno con guitarra para llevármelo a Los Ángeles y allí me iré el 3 de febrero que estarán mis hijos. Además nacerá una nieta más y actuaré en un teatro muy importante que se llama Celebrity Gold de Hollywood el 21 de febrero.
--Sé que no se dice éxitos, pero los mejores augurios te deseo.
--Yo acepto la palabra “éxito”, no hace falta que sea todo mierda… (risas). Sé que me va a ir bien porque no es un lugar nuevo, ya estuve en el ‘83.
--Y te espera el advenimiento de un integrante más en la familia, una hermosa nena seguro.
--Sí, Sara. Y este disco lo voy a hacer rapidito. Lo estoy ensayando, es la primera vez que voy a grabar un disco con guitarra solamente, en lugar de “Guillermo canta” va a ser “Guillermo cuenta” una cosa muy íntima. Y no te lo vas a perder.