Por Ana Na
Ella tenía todo listo para la partida.
El avión saldría en pocas horas con destino a un viaje de negocios. Lo aprovecharía para disfrutar de su fin de semana.
Controló la valija una y otra vez, cotejando con su lista de borrador, donde fue tachando todo lo que en ella escribió.
Se dio una ducha y se vistió con la ropa preparada para esa ocasión. Una vez que tomó su ducha y comenzó a retirarse se dio cuenta de que algo faltaba y era su hermosa media roja, que combinaba con su vestimenta y sus zapatos. Ya no podría cambiarla por otra, ésa era la que quería como capricho de niño.
Buscó intensamente por todo el cuarto, por la casa, el lavadero, y hasta adentro de su lavarropas. Y no aparecía. Movió todos los muebles de la casa, desarmó sus placares mientras el tiempo transcurría y ya llegaría el auto que la pasaría a buscar para llegar al aeropuerto.
Ya casi no quedaban lugares para tratar de encontrar su prenda hasta que ya empezaba a decidir su cambio de vestimenta.
No se dio por vencida y fue hasta el almohadón donde habitualmente dormía su gato y al levantarlo… estaba allí… apareció la tan preciada.
La bocina del auto sonaba, el timbre, el teléfono; pero ella hizo caso omiso y no atendió, feliz por el hallazgo.
Pudo terminar de vestirse y cerrar su valija. Tomó su cartera y se dirigió al auto pero lo cierto es que se pasó una hora buscando su media roja.