martes, 22 de marzo de 2016

No estoy dispuesta a ser madre

Por María Silvina Prieto

  Si necesité en algún momento experimentar el ser madre, ya no lo recuerdo. Quizá quien lea esto me tilde de egoísta, pero no estoy dispuesta a ser madre, prefiero ser tía (aunque tampoco tengo hermanos). Tal vez por ser hija única (mi madre y mi abuela también lo fueron) supe aprovechar mi tiempo y espacio en libertad, compartiendo absolutamente todo conmigo misma.
  Nunca tuve ese sentimiento maternal por amamantar a nadie, mucho menos llevarlo dentro mío como a un alien. Me rebela la idea de los que siguen pensando que una mujer llega a su plenitud teniendo que tener un hijo.
  Mentira. Muchas mujeres logramos la plenitud desde otro lugar, sin tener que sacrificar nueve meses de nuestra vida, desfigurando el cuerpo por la retención de líquido, tener los pechos explotativos y aguantar las cargadas y groserías que nos gritan por la calle. Cortando y cosiendo la vagina como si fuera un matambre en un mostrador de carnicería, aguantando dolores agónicos y otras cuestiones que no viene al caso comentar, por escatológicas y desagradables. 
  Luego de todo eso, me enfermaría tener que pasar por el tierno momento familiar y vecinal de que te pregunten por el peso, la medida, el nombre y que te digan cuán lindo es, cuando todos sabemos que todos los bebés nacen feos, arrugados y llenos de caca por la que tienen que nadar durante esos horribles meses. 
  Prefiero quedarme con la convicción que desarrollé a los diez años, cuando creía que los niños nacían vestidos, lindos, limpios y con los escarpines puestos.
 

Lunes por la mañana

Por Pamela Almirón

  Suena la alarma. Proceso de desperezación: incluye estiramiento de brazos y de piernas unidos a un aullido intimidador de lobos, que en sus últimos segundos finaliza con un intento de risa de Homero Simpson. Ducha despabiladora, agua bien caliente a todo vapor. Cambio de ropa. Agua que hierve veloz. Té listo, pan, galletitas, lo que venga. Chequeo de temperatura en programas que lo que menos hacen es alegrarte la mañana. Rímel y alguna otra cosa para 'revocar'. Salida a la calle. Camino cinco cuadras. Espero el bondi. Tarda o no tarda. Lleno hasta las manos. No tan lleno. Mirada de arriba abajo de algún señor o señora, disimulación: cero. Adentro, a veces perfume para soñar, u olor para rajar. Viaje con o sin lectura. Con o sin música. U conexión ventanil al mundo exterior que pasa como un flash. Llegada al CCC. Temprano voy al 6to piso. Llegada tarde voy al salón. Saludos abraceros con la profe y los compas. Mate para compartir, así como cosas ricas también. Charlas random. Clase-encuentro. Tarea. Ronda final. Vuelta con una mochila que pesa, pero pesa de aprendizaje, emoción, incentivos, motivación nivel infinito. Y sobre todo amor y pasión. Una mochila que te acompaña y es necesaria en el camino.

Pequeñas y grandes historias del Senado de la Nación



A los 13 años, Rodolfo Sánchez Rubio no quería estudiar y comenzó a trabajar en el Senado. Hoy es director de Recintos de la Cámara. Durante días comunes vivió odiseas: por ejemplo, les dio la mano a los astronautas que llegaron a la luna y a su amado Juan Domingo Perón. También tuvo la oportunidad de conocer a Jorge Bergoglio antes de que se convirtiera en papa.

Por Ana Na

     En el Congreso de la Nación, ubicado en el km 0 de la Capital, exactamente en Avenida Rivadavia y Entre Ríos, trabaja mucha gente. Han pasado por allí diferentes referentes históricos, además de nuestros funcionarios actuales, tanto diputados como senadores.
     La curiosidad me llevó a averiguar quién podría ser la persona que me indique cómo eran los movimientos de ese lugar.
     Descubrí a Rodolfo Sánchez Rubio, que ni más ni menos es el director de Recintos de la Honorable Cámara de Senadores. Me comuniqué con él y acordamos una cita.
     Llegué al Congreso por la calle Hipólito Irigoyen, allí me identifique y entré a tan solemne edificio con un papel con mi identificación y mi foto.
     Allí me estaba esperando para llevarme a recorrer esos majestuosos salones donde se tratan nuestras leyes. El Salón Azul, la Sala de Convenciones, la vitrina que conserva el manto que cubrió a Eva Perón y su sala de entrevistas, el sillón donde se sentó el vicepresidente Cobos cuando dio su voto opositor a la ley de retenciones móviles. El despacho del actual vicepresidente y maravillosas salas de estar. Verdaderamente deslumbrante el Salón Rosa.
     Café de por medio comencé mi cuestionario lleno de intrigas para saber cuál fue la historia de la persona elegida.
     Comenzó a trabajar en el Congreso Nacional hace 50 años, el 27 de septiembre de 1965, cuando apenas tenía 13 años. Como todo niño no quería estudiar en la escuela secundaria. En ese entonces su padre era colaborador y tenía cierta jerarquía en jefatura del senador Sapag, quien ingresó en el año 1946 durante la vicepresidencia de Hortensio Quijano en el gobierno de Juan Domingo Perón. El padre decidió llevarlo a trabajar: así le impondría una obligación de madrugar y ganarse el dinero. Era un placer para él, ya que al Senado siempre lo sintió como su segundo hogar. Le ayudaba en sus tareas al senador.
     Recordó que cuando fue a la oficina de Personal no lo querían admitir por sus 13 años. Debía tener por lo menos 15.


     Un cierto día el Senador lo llamó y le dijo que si no estudiaba no podría seguir trabajando en sus funciones de administrativo; a pesar de que el acuerdo con su padre era el de trabajar y no estudiar. Por lo que decidió comenzar a estudiar. Le convenía mucho seguir allí ya que económicamente estaba muy bien, gozando de ciertos privilegios.
     El senador colaboró mucho para su estudio. Si lo necesitaba para hacer algún trámite y Sánchez Rubio estaba haciendo sus tareas escolares, no lo interrumpía y llamaba al ordenanza en su lugar. Le había tocado pasar épocas muy duras. Trabajar en el Senado era un poco insalubre: no nos olvidemos de que él entró en el ‘65 y en el ‘66 vino el golpe militar. Volvió la democracia en el ‘72 y, en el ‘76, otro golpe. Con cada golpe, todos estaban con el temor de recibir el telegrama de despido en cualquier momento. Es que, al llegar los militares, lo primero que hacían era echar al personal. Durante el primer golpe él era muy pequeño y siguió trabajando. En cambio, en el segundo, ya tenía una cierta antigüedad y venía con la experiencia anterior.
    Le pregunté si durante toda su carrera tuvo la posibilidad de conocer personas muy importantes:  “Tuve la oportunidad de darles la mano a Amstrong, Auldrirn y Collins, los astronautas que con el Apollo XII llegaron a la luna”, respondió. Y agregó: “Pude darle la mano al general Perón. Fui y soy militante peronista fanático. Me temblaban las piernas cuando me dio esa mano abrazadora mirándome a los ojos y sentí que se me movía el mundo. Sentí la misma sensación al tocarle el manto al papa Juan Pablo II.  Estuvo en el Mercado Central y estuve a 3 ó 4 metros de distancia, queriendo tocarlo. No llegaba y una brisa rozó el manto y la mano, y fue la misma sensación que tuve cuando le di la mano al general”.
     Mi intención fue la de saber cuál era específicamente la función como director de Sala. Fue en ese momento que me explicó: “Cuando hay sesión en el recinto tenemos que quedarnos permanentemente en la Sala para asistir a los Senadores y obviamente rotando entre otros compañeros”. En mi ingenuidad le consulté si les ofrecen agua o café. A lo que me respondió: “Los senadores cuentan con tablets donde tienen las órdenes del día, los proyectos de ley a tratar en la sesión y hacen sus pedidos directamente a la cocina para que les provean de los refrigerios que pidan”.
  El director de Sala es quien dirige si hay que sacar fotocopias o mantener la temperatura del aire acondicionado. No debemos olvidarnos que los senadores vienen de diferentes provincias por lo que para algunos hace frío, en cambio para otros hace calor... Sánchez Rubio debe mandar a la gente para solucionar esos inconvenientes. “Este último es uno de los grandes inconvenientes en la Sala, ¡la temperatura!", reveló. También si es necesario comunicarse con algún asesor en especial tienen que salir a la rotonda para ubicarlos.

El diácono



     Yo sabía que además de esa actividad en el Senado realizaba otra más espiritual. Sánchez Rubio fue nombrado diácono en la Diócesis de San Justo en 2008. Él me aclaró que “dentro de la Iglesia Católica existen los siete Sacramentos. Está el Sacramento del Orden Sagrado en tres grados distintos: obispos, presbíteros y diáconos. Dentro de los diáconos hay dos tipos: el transitorio, que es ordenado posteriormente presbítero, y los permanentes que son casados, que asisten como un sacerdote. Para ello hay que estudiar varios años de teología, liturgia y pastoral”. “Al ingresar a la escuela de diaconado eran 57 y solamente 14 terminamos después de cinco años. Y sólo tres fuimos ordenados”, contó.
     Para ser diácono se necesitan muchos requisitos, como estar acompañado por la familia y dedicación plena. “Diácono” en griego quiere decir servidor. Dentro de esta orden no sólo implica el servicio pastoral sino también la atención barrial, la humana. Lo más importante es ocuparse del hermano necesitado. Aclaró que "es lo mismo que ser ministro, que en latín también significa ser servidor".
     Una de las situaciones más importantes ha sido asistir en varias misas al entonces obispo Bergoglio. Además recordó que la última vez que lo vio, antes de que se convirtiera en papa, fue en la Basílica de San Francisco de Asís (Italia), cuando se habían cumplido los 25 años del Beso de la Paz que había dado el papa Juan Pablo II con los evangelistas, anglicanos y protestantes. Después de la celebración se tomó una foto con él, que estaba con un sobretodito gris y un portafolio. Días más tarde lo vio en una revista importante y conocida, en otra foto, recorriendo el Vaticano con la misma vestimenta y le llamó la atención verlo así. Le parecía increíble tener una foto con Bergoglio antes de haber sido elegido como papa por el Espíritu Santo, cuando nadie imaginaba que tendríamos un papa argentino.


     Esta actividad no le insume tanto tiempo ya que durante la semana cumple la función dentro del Senado. Los fines de semana se dedica a la actividad pastoral. En algunas oportunidades le dan como función ir al Cementerio de la Chacarita para hacer los responsos. En ocasiones ocurre que, como asiste a los responsos con la vestimenta de cura, alguien del Senado lo reconoce y le llama la atención, porque no muchos saben de su actividad como diácono.
     En su actividad pastoral en la Basílica de San Pantaleón de San Justo, donde fue asignado, se dedica a asistir en bautismos, casamientos, responsos y todo lo relacionado a la asistencia social y espiritual, de salud. También en su orden hay otros compañeros que se encargan de asistir a gente privada de su libertad. Cuando debe ir a bendición de casas asiste a aquellos detenidos domiciliarios con pulseras.
     “Ser diácono no me retribuye nada materialmente”, aclaró. Es más: invierte en gastos de movilidad y su único beneficio es el agradecimiento de la gente. Contó que le hicieron una nota en la revista El Parlamentario y muchos se enteraron de su actividad religiosa a través de esa publicación.

La época militar

    Rodolfo dijo no haber hecho curso de Ceremonial, que no es necesario, ya que la Cámara cuenta con ese servicio cuando asisten los presidentes y ellos mismos se encargan de acompañarlos al Recinto.
     La actividad no se limita a los días de sesiones, puesto que en el resto de los días los senadores solicitan hacer listas de asistencias y otros trámites, además de trabajos administrativos que requieren mucho tiempo.
     Como anécdota graciosa viene a su memoria que cuando corría el año 1966 y era muy joven, llegó el general Osiris Villegas, ministro del Interior en el gobierno de Guido. El Congreso se cerró pero se usaba el cuarto piso, que era donde se alojaba el general. “Cierta noche pidió al chofer y a mí que fuésemos a buscar el uniforme de gala a su domicilio particular. Una vez allí la empleada nos hizo entrega del uniforme y subí a la camioneta con el logo del Ejército, pero al cerrar la puerta quedó enganchada la botamanga del pantalón que traté de reparar, pero desafortunadamente", relató Sánchez Rubio. Dijo que quizás esa desprolijidad de su parte hizo que el general se enojara mucho. Lo sacaron del área y lo mandaron a trabajar a presidencia de la Nación con Onganía, Levingston y Lanusse hasta que volvió la democracia en 1972 y retornó al Senado. De todos modos seguía cobrando el sueldo del Senado, ya que el sector de personal seguía dentro del Palacio.
     Comentó también las notables diferencias con respecto al trato en las dos diferentes épocas: durante las dictaduras, "los sueldos se congelan a modo de castigo y el régimen hizo que muchos renunciaran al quedar muy rezagados”.
      Fue así que tuvo que buscar otro ingreso trabajando como visitador médico de un laboratorio. También pidió trabajar en la Obra Social del Congreso para no tener tanto contacto con los militares y el contacto frecuente con los médicos lo ayudó a ingresar a ese laboratorio.
     Quiso apartarse de los militares y algunos compañeros que estaban más vinculados a ellos por la soberbia y las amenazas que sufrió mientras trabajaba dentro de la Obra Social cuando algo no se realizaba de su agrado.

Los personajes del Senado

      De todos los gobiernos, la mejor época fue en la vicepresidencia de Carlos Perette: “Era un hombre que se ocupaba personalmente de todo lo necesario para el Congreso y el bienestar de sus equipos de trabajo, desde los uniformes hasta la parte económica. Si había sobrantes del presupuesto él mismo se encargaba de repartirlo entre el personal para que estuviera cómodo”.
     Destacó que el licenciado Boudou superó ampliamente la atención a todos los problemas internos. “Jamás, desde que él ingresó, tuvimos problemas con el gremio ni las paritarias. Dignificó al personal independientemente de su problema judicial, desempeñándose de la misma forma cuando estuvo en Anses y como ministro de Economía”, describió.
     Hizo la comparación con la época de Chacho Álvarez: recordó que en un momento le hizo averiguar sobre unas cotizaciones. El vicepresidente había notado que se estaban comprando a valores muy altos los insumos y era también alto el alquiler de las sillas para eventos. Relacionó la cotización del alquiler con la compra de las sillas por lo que se decidió la compra de las mismas. Resaltó que esos pequeños detalles "hacen a la persona", generando así un beneficio económico al Senado.
     Destacó la simpatía del senador Menem: “Es un señor muy campechano, su estilo es de saludar siempre de tal manera como si uno lo conociera de toda la vida. Va por la cocina y les da la mano a los cocineros, ordenanzas y mozos amigablemente, pero en su caminar ya se le notan los años y hay que ayudarlo. Es un hombre de perfil agradable”.

Aniversario

     Ahora ya se piensa en el festejo de sus 50 años en la función junto con unos pocos compañeros que también cumplen sus bodas de oro en el Senado de la Nación. En el día de su aniversario con el Senado de la Nación será nombrado por la Iglesia Misionero de la Paz 2015.




El duende

Por Gladys

  Me retrotrae la historia a mis nueve años, casi vacaciones escolares, al salir de la siesta para los que están en sus casas y la gente que trabaja en el campo. Vuelve a su hogar cambiado y aseado cada cual, hacía lo que más le gustaba, afilar cuchillos mi abuelo, hacer tortas dulces (hoy bizcochuelo) para tomar con mate, y yo me sentaba bajo una tola que se encontraba en el patio, que en noviembre está con todos sus frutos, pepitas amarillas, para mí deliciosas.
  Me quedaba extendiendo mi visión y ver lo bello del paisaje, árboles de todos los colores, celestes, rosados, bordó, amarillo, y el extenso maizal del cual asomaba mi amigo el duende verde, a veces brillaba como pelotita de árbol de Navidad, a veces musgoso. Mi corazón palpitaba de emoción. Era de ojos grandes, pequeñas orejas, manos de suave terciopelo, ágiles, de tamaño normal; sus piernas, como hechas de lanas. Su estatura era de 1,65, era bello y silencioso, nos entendíamos con la mirada, corríamos por todo el campo, detrás de mariposas, hasta llegar a las barrancas del río, hacíamos pan de barro, con decorados pétalos de flores, si sentíamos que el río traía creciente de agua volvíamos a casa. Mi paseo duraba 45 minutos a una hora. Todo esto en primavera y verano a veces sucedía. Ahora recuerdo con mucha alegría mis escapadas por el campo con el duende verde.
  El tiempo nos distanció, las obligaciones de tener una vida digna, estudios, pero, siempre te encuentro y existes en esta ciudad tan cultural, entre libros y cuentos, músicos y música en los parques, un buen amigo fuiste tú, que me da mucha felicidad.

La escritura

Por Pamela Almirón

  La Escritura para mi es libertad. Liberarse. Desahogarse. Dejar fluir el alma. Descubrir un mundo en nuestro interior. 
  Es mostrarse a otro y mostrarse a uno mismo. 
  Es también desprenderse de prejuicios. 
  La Escritura te da poder. Sos dueño del texto. Y al hacerlo público los lectores pasan a ser dueños de él también.
  La Escritura te transporta y te hace transportar a los demás. Te lleva a verte a vos mismo. A que te choques y te veas al espejo.
  A que rías, llores, te enojes.
  La Escritura está viva y hay que vivirla.


Por Gladys

  Me pasa que cuando escribo siento una gran necesidad de contar y que sea trascendental, que me conmueva.
  Es contarle al cosmos cómo siento, amo, y estoy melancólica y también cuando me abraza la felicidad.


  En sí es una descarga eléctrica, que si sabés describir lo que presentís, podés transmitir a otros seres verdaderamente toda la transferencia de tu sentir.
  Después me siento nueva.

Por Ana Na

  La palabra es mi medio de comunicación diario. Si bien nunca imaginé que sería tan importante en mi vida comencé a practicar la escritura en un momento de desilusión sentimental en mi adolescencia.
  Con el tiempo fui investigando en el archivo de mis vivencias, que han sido muchas, y las compartí con un lápiz y un papel.
  Al principio de mi vida comencé con mi “diario íntimo“, una que otra poesía y así fui liberando mi mente en “mis relatos de viajes”.
  Sin respetar estructuras trato de volcar aquello que siento, lo lindo y lo malo como así también mis experiencias dejando libre mi memoria y mi imaginación para transmitirlas al lector.
  Estimo que la escritura también se ajusta a quien está herido, suficiente motivo para escribir y en cierto modo catalizar la angustia.
  Ahora me gusta investigar y conocer gente que dentro de un bajo perfil hacen cosas interesantes e importantes para que los demás también puedan conocer.
  Escribir es libertad de pensamiento y juego de palabras.

  Escribir es ponerse al desnudo… Perder la timidez y las inhibiciones.

Señor perfecto

Por Pamela Almirón

Tu indiferencia
Llegas y no saludas. Haces un sonidos como queriendo decir algo, pero no decis nada.
Tu cara de odio
Tus ojos se quedan fijos me miran serios, se te tuerce la boca, se te tensa el cuerpo entero. Y lo que despide todo tu ser es odio. Es que te odio.
Intento
intento ser amable, intento entenderte. (no vale la pena)
Molestia
Me molesta tu presencia, me molesta porque se quién sos, pero no te conozco.
Escuchar
Te escapas para no escuchar. O escuchás con tu cara de piedra.
Espejo
Pensás que sos el señor perfecto y ves a todos como fracasados.
Orden
Pedís orden y sos un caos.
Hablar
Hablás cosas agradables cuando se te ocurre. Cuando sucede es como esos eventos astronómicos que pasan pocas veces en años o en siglos.
Egoísmo

Cuidas las cosas que te interesan, pero las cosas de los demás no te importan.