martes, 22 de marzo de 2016

Pequeñas y grandes historias del Senado de la Nación



A los 13 años, Rodolfo Sánchez Rubio no quería estudiar y comenzó a trabajar en el Senado. Hoy es director de Recintos de la Cámara. Durante días comunes vivió odiseas: por ejemplo, les dio la mano a los astronautas que llegaron a la luna y a su amado Juan Domingo Perón. También tuvo la oportunidad de conocer a Jorge Bergoglio antes de que se convirtiera en papa.

Por Ana Na

     En el Congreso de la Nación, ubicado en el km 0 de la Capital, exactamente en Avenida Rivadavia y Entre Ríos, trabaja mucha gente. Han pasado por allí diferentes referentes históricos, además de nuestros funcionarios actuales, tanto diputados como senadores.
     La curiosidad me llevó a averiguar quién podría ser la persona que me indique cómo eran los movimientos de ese lugar.
     Descubrí a Rodolfo Sánchez Rubio, que ni más ni menos es el director de Recintos de la Honorable Cámara de Senadores. Me comuniqué con él y acordamos una cita.
     Llegué al Congreso por la calle Hipólito Irigoyen, allí me identifique y entré a tan solemne edificio con un papel con mi identificación y mi foto.
     Allí me estaba esperando para llevarme a recorrer esos majestuosos salones donde se tratan nuestras leyes. El Salón Azul, la Sala de Convenciones, la vitrina que conserva el manto que cubrió a Eva Perón y su sala de entrevistas, el sillón donde se sentó el vicepresidente Cobos cuando dio su voto opositor a la ley de retenciones móviles. El despacho del actual vicepresidente y maravillosas salas de estar. Verdaderamente deslumbrante el Salón Rosa.
     Café de por medio comencé mi cuestionario lleno de intrigas para saber cuál fue la historia de la persona elegida.
     Comenzó a trabajar en el Congreso Nacional hace 50 años, el 27 de septiembre de 1965, cuando apenas tenía 13 años. Como todo niño no quería estudiar en la escuela secundaria. En ese entonces su padre era colaborador y tenía cierta jerarquía en jefatura del senador Sapag, quien ingresó en el año 1946 durante la vicepresidencia de Hortensio Quijano en el gobierno de Juan Domingo Perón. El padre decidió llevarlo a trabajar: así le impondría una obligación de madrugar y ganarse el dinero. Era un placer para él, ya que al Senado siempre lo sintió como su segundo hogar. Le ayudaba en sus tareas al senador.
     Recordó que cuando fue a la oficina de Personal no lo querían admitir por sus 13 años. Debía tener por lo menos 15.


     Un cierto día el Senador lo llamó y le dijo que si no estudiaba no podría seguir trabajando en sus funciones de administrativo; a pesar de que el acuerdo con su padre era el de trabajar y no estudiar. Por lo que decidió comenzar a estudiar. Le convenía mucho seguir allí ya que económicamente estaba muy bien, gozando de ciertos privilegios.
     El senador colaboró mucho para su estudio. Si lo necesitaba para hacer algún trámite y Sánchez Rubio estaba haciendo sus tareas escolares, no lo interrumpía y llamaba al ordenanza en su lugar. Le había tocado pasar épocas muy duras. Trabajar en el Senado era un poco insalubre: no nos olvidemos de que él entró en el ‘65 y en el ‘66 vino el golpe militar. Volvió la democracia en el ‘72 y, en el ‘76, otro golpe. Con cada golpe, todos estaban con el temor de recibir el telegrama de despido en cualquier momento. Es que, al llegar los militares, lo primero que hacían era echar al personal. Durante el primer golpe él era muy pequeño y siguió trabajando. En cambio, en el segundo, ya tenía una cierta antigüedad y venía con la experiencia anterior.
    Le pregunté si durante toda su carrera tuvo la posibilidad de conocer personas muy importantes:  “Tuve la oportunidad de darles la mano a Amstrong, Auldrirn y Collins, los astronautas que con el Apollo XII llegaron a la luna”, respondió. Y agregó: “Pude darle la mano al general Perón. Fui y soy militante peronista fanático. Me temblaban las piernas cuando me dio esa mano abrazadora mirándome a los ojos y sentí que se me movía el mundo. Sentí la misma sensación al tocarle el manto al papa Juan Pablo II.  Estuvo en el Mercado Central y estuve a 3 ó 4 metros de distancia, queriendo tocarlo. No llegaba y una brisa rozó el manto y la mano, y fue la misma sensación que tuve cuando le di la mano al general”.
     Mi intención fue la de saber cuál era específicamente la función como director de Sala. Fue en ese momento que me explicó: “Cuando hay sesión en el recinto tenemos que quedarnos permanentemente en la Sala para asistir a los Senadores y obviamente rotando entre otros compañeros”. En mi ingenuidad le consulté si les ofrecen agua o café. A lo que me respondió: “Los senadores cuentan con tablets donde tienen las órdenes del día, los proyectos de ley a tratar en la sesión y hacen sus pedidos directamente a la cocina para que les provean de los refrigerios que pidan”.
  El director de Sala es quien dirige si hay que sacar fotocopias o mantener la temperatura del aire acondicionado. No debemos olvidarnos que los senadores vienen de diferentes provincias por lo que para algunos hace frío, en cambio para otros hace calor... Sánchez Rubio debe mandar a la gente para solucionar esos inconvenientes. “Este último es uno de los grandes inconvenientes en la Sala, ¡la temperatura!", reveló. También si es necesario comunicarse con algún asesor en especial tienen que salir a la rotonda para ubicarlos.

El diácono



     Yo sabía que además de esa actividad en el Senado realizaba otra más espiritual. Sánchez Rubio fue nombrado diácono en la Diócesis de San Justo en 2008. Él me aclaró que “dentro de la Iglesia Católica existen los siete Sacramentos. Está el Sacramento del Orden Sagrado en tres grados distintos: obispos, presbíteros y diáconos. Dentro de los diáconos hay dos tipos: el transitorio, que es ordenado posteriormente presbítero, y los permanentes que son casados, que asisten como un sacerdote. Para ello hay que estudiar varios años de teología, liturgia y pastoral”. “Al ingresar a la escuela de diaconado eran 57 y solamente 14 terminamos después de cinco años. Y sólo tres fuimos ordenados”, contó.
     Para ser diácono se necesitan muchos requisitos, como estar acompañado por la familia y dedicación plena. “Diácono” en griego quiere decir servidor. Dentro de esta orden no sólo implica el servicio pastoral sino también la atención barrial, la humana. Lo más importante es ocuparse del hermano necesitado. Aclaró que "es lo mismo que ser ministro, que en latín también significa ser servidor".
     Una de las situaciones más importantes ha sido asistir en varias misas al entonces obispo Bergoglio. Además recordó que la última vez que lo vio, antes de que se convirtiera en papa, fue en la Basílica de San Francisco de Asís (Italia), cuando se habían cumplido los 25 años del Beso de la Paz que había dado el papa Juan Pablo II con los evangelistas, anglicanos y protestantes. Después de la celebración se tomó una foto con él, que estaba con un sobretodito gris y un portafolio. Días más tarde lo vio en una revista importante y conocida, en otra foto, recorriendo el Vaticano con la misma vestimenta y le llamó la atención verlo así. Le parecía increíble tener una foto con Bergoglio antes de haber sido elegido como papa por el Espíritu Santo, cuando nadie imaginaba que tendríamos un papa argentino.


     Esta actividad no le insume tanto tiempo ya que durante la semana cumple la función dentro del Senado. Los fines de semana se dedica a la actividad pastoral. En algunas oportunidades le dan como función ir al Cementerio de la Chacarita para hacer los responsos. En ocasiones ocurre que, como asiste a los responsos con la vestimenta de cura, alguien del Senado lo reconoce y le llama la atención, porque no muchos saben de su actividad como diácono.
     En su actividad pastoral en la Basílica de San Pantaleón de San Justo, donde fue asignado, se dedica a asistir en bautismos, casamientos, responsos y todo lo relacionado a la asistencia social y espiritual, de salud. También en su orden hay otros compañeros que se encargan de asistir a gente privada de su libertad. Cuando debe ir a bendición de casas asiste a aquellos detenidos domiciliarios con pulseras.
     “Ser diácono no me retribuye nada materialmente”, aclaró. Es más: invierte en gastos de movilidad y su único beneficio es el agradecimiento de la gente. Contó que le hicieron una nota en la revista El Parlamentario y muchos se enteraron de su actividad religiosa a través de esa publicación.

La época militar

    Rodolfo dijo no haber hecho curso de Ceremonial, que no es necesario, ya que la Cámara cuenta con ese servicio cuando asisten los presidentes y ellos mismos se encargan de acompañarlos al Recinto.
     La actividad no se limita a los días de sesiones, puesto que en el resto de los días los senadores solicitan hacer listas de asistencias y otros trámites, además de trabajos administrativos que requieren mucho tiempo.
     Como anécdota graciosa viene a su memoria que cuando corría el año 1966 y era muy joven, llegó el general Osiris Villegas, ministro del Interior en el gobierno de Guido. El Congreso se cerró pero se usaba el cuarto piso, que era donde se alojaba el general. “Cierta noche pidió al chofer y a mí que fuésemos a buscar el uniforme de gala a su domicilio particular. Una vez allí la empleada nos hizo entrega del uniforme y subí a la camioneta con el logo del Ejército, pero al cerrar la puerta quedó enganchada la botamanga del pantalón que traté de reparar, pero desafortunadamente", relató Sánchez Rubio. Dijo que quizás esa desprolijidad de su parte hizo que el general se enojara mucho. Lo sacaron del área y lo mandaron a trabajar a presidencia de la Nación con Onganía, Levingston y Lanusse hasta que volvió la democracia en 1972 y retornó al Senado. De todos modos seguía cobrando el sueldo del Senado, ya que el sector de personal seguía dentro del Palacio.
     Comentó también las notables diferencias con respecto al trato en las dos diferentes épocas: durante las dictaduras, "los sueldos se congelan a modo de castigo y el régimen hizo que muchos renunciaran al quedar muy rezagados”.
      Fue así que tuvo que buscar otro ingreso trabajando como visitador médico de un laboratorio. También pidió trabajar en la Obra Social del Congreso para no tener tanto contacto con los militares y el contacto frecuente con los médicos lo ayudó a ingresar a ese laboratorio.
     Quiso apartarse de los militares y algunos compañeros que estaban más vinculados a ellos por la soberbia y las amenazas que sufrió mientras trabajaba dentro de la Obra Social cuando algo no se realizaba de su agrado.

Los personajes del Senado

      De todos los gobiernos, la mejor época fue en la vicepresidencia de Carlos Perette: “Era un hombre que se ocupaba personalmente de todo lo necesario para el Congreso y el bienestar de sus equipos de trabajo, desde los uniformes hasta la parte económica. Si había sobrantes del presupuesto él mismo se encargaba de repartirlo entre el personal para que estuviera cómodo”.
     Destacó que el licenciado Boudou superó ampliamente la atención a todos los problemas internos. “Jamás, desde que él ingresó, tuvimos problemas con el gremio ni las paritarias. Dignificó al personal independientemente de su problema judicial, desempeñándose de la misma forma cuando estuvo en Anses y como ministro de Economía”, describió.
     Hizo la comparación con la época de Chacho Álvarez: recordó que en un momento le hizo averiguar sobre unas cotizaciones. El vicepresidente había notado que se estaban comprando a valores muy altos los insumos y era también alto el alquiler de las sillas para eventos. Relacionó la cotización del alquiler con la compra de las sillas por lo que se decidió la compra de las mismas. Resaltó que esos pequeños detalles "hacen a la persona", generando así un beneficio económico al Senado.
     Destacó la simpatía del senador Menem: “Es un señor muy campechano, su estilo es de saludar siempre de tal manera como si uno lo conociera de toda la vida. Va por la cocina y les da la mano a los cocineros, ordenanzas y mozos amigablemente, pero en su caminar ya se le notan los años y hay que ayudarlo. Es un hombre de perfil agradable”.

Aniversario

     Ahora ya se piensa en el festejo de sus 50 años en la función junto con unos pocos compañeros que también cumplen sus bodas de oro en el Senado de la Nación. En el día de su aniversario con el Senado de la Nación será nombrado por la Iglesia Misionero de la Paz 2015.




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