martes, 22 de julio de 2014

Hermanos del alma

El Día del Amigo es todos los días, pero aprovechamos la ocasión y homenajeamos a estos seres que nos acompañan en las alegrías y en las tristezas.

Por Leandro Jara

Es la caricatura del oso Yogi
porque seguro debe estar hambriento,
y no sólo eso
sino que la nube la tiene pegada en la oreja.

Pareciera mudo cuando él lo desea
hasta puede caerse de un décimo piso
y hasta en la última centésima antes de caer
sólo vas a escuchar “dejame”…

Y éste otro pasó como un flash
creo que llegó a conocer sólo una matiné
cuando comenzó a escalar el pequeño Everest
ese coche largo y negro
lo llevaban hacia el paraíso.

Y cómo me voy a olvidar de la tortilla
creo que hoy todavía me sigo riendo
pero no tengo sonrisa,
sólo sé que estaba entre la basura
de la felicidad…

Hasta abajo de la tapita de Coca Cola,
en el furgón allá al fondo donde no entra nadie más
en la lágrima que quedó en el pañuelo de la Abuela
y abajo de la frazada calentita.
Yo te llevo conmigo, ése es mi amigo fiel.



Por Facundo Arias


  Tengo un amigo que se llama Obito. Lo conocí en la escuela de Ituzaingó, en cuarto año de polimodal. Yo era un chico perdido en los suburbios, ¡necesitaba encontrar mi verdadero yo! Vivía en un lugar donde solo hacían que los chicos miraran un camino firme. A este chico, Obito, le empecé a hablar y hablamos de música primero, y tuvimos varias cosas en común.
  Luego de eso nos entendimos y empezamos a juntarnos, empezamos a hablar de los dibujos de animé, de la variedad de series. Nos hicimos amigos, hicimos competencia de dibujos, juegos de videos, y también en luchas, muy pocas veces uno quería ser mayor que otro, pero es alguien con quien puedo confiar.
  Y así fueron transcurriendo los años, él sigue siendo mi amigo, también me ayudaba en las tareas, consejos y para hacer canciones o traducir.
  Con mi amigo salíamos a convenciones de animé y a pasear por ahí, lo denomino un gran amigo o hermano ¡porque siempre está ahí!
  Y ojalá ¡nunca! Se corte el hilo de la amistad. ¡Y encontré un mundo nuevo!


Por Ana Na


  Hace poco leí una frase que me quedó grabada, de alguien anónimo, que decía: “La vida es como un libro. Algunos amigos están en una página, otros en un capítulo, mientras los verdaderos, en toda la historia”.
  A lo largo de la vida uno encuentra personas a la que llama “amigas”, pero en realidad no lo son. Cumplen roles circunstanciales que duran muy poco, lo que quiere decir que no se fundan en bases sólidas de amistad y están sólo para compartir momentos de alegrías, cine o simple compañía.
  En cambio están los que durante una etapa están a nuestro lado viviendo junto a nosotros determinadas épocas, como encuentros de veraneos o uno que otro viaje, a los que yo llamaría copilotos de la vida.
  En mi infancia cuando yo tenía vacaciones de tres meses me encontraba con amigos que sólo veía durante el verano, en ese mismo lugar, y vivíamos una intensa vida cotidiana de aventuras, salidas, romances y algunas comidas en familia. Quizás a ellos los llamaría “capítulos de vida”, como aquellas compañeras del colegio con las que convivíamos durante toda la época escolar de la escuela primaria y secundaria. Después cada una tomaría su rumbo con carreras universitarias y otras tal vez no. De aquellas épocas casi se puede decir que ya no me queda nada o contadas con los dedos de una mano han pasado por mi vida fugazmente. Al casarnos cada una fue cambiando su vida a la par de las parejas y el trabajo, o lo cotidiano nos fue separando.
  En cambio en mi adolescencia tuve la suerte de conocer a un fiel amigo que conoció toda mi vida y yo la suya, que vivimos y sufrimos a la par nuestras alegrías y nuestros padeceres a tal punto que nos entendíamos con la mirada. Esta relación comenzó por herencia de familia ya que sus padres y los míos también eran amigos.
  Nuestras vidas fueron cambiando y día a día estábamos informados de lo que le pasaba a cada uno y cómo se iban transformando nuestros caminos.
  El decidió su vida en el exterior con una nueva familia pero eso no impidió que siguiéramos en contacto contándonos cómo estábamos cada uno ya sea por el trabajo, los hijos, la vida vista desde muy lejos y hasta cómo comíamos y recordando siempre algún el lugar que compartimos.
  Pasaron muchos años, nuestros padres ya no vivían pero la amistad nunca se cortó, ya sea por carta o luego vía mails o teléfono hasta que la tecnología nos acercó con alguna aplicación.
  Siempre nos dimos consejos y nos dijimos nuestras verdades sin límites y con dolor admitíamos nuestros errores. Nunca hubo distanciamiento por una verdad dolorosa que nos haya pasado, al contrario, tratamos de corregir las actitudes que nos presentó la vida.

  Seguimos en contacto a pesar del tiempo y ya nos contamos anécdotas de nuestra juventud y aunque sea a la distancia tratamos de ayudarnos.
  Ese es mi Amigo; sí con la A muy grande!!!
  Por eso quiero rendirle un homenaje a quien siempre estuvo en mis malos y buenos momentos. Él fue y será mi verdadero amigo, el que entró en mi historia.

Gracias por ser y estar, Amigo!!!

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