domingo, 13 de julio de 2014

Una de detectives

Por Pamela Almirón

  Hizo mucho frío y llovía. Cuando Juan se dio cuenta de dónde estaba no caía de su asombro. Era un lugar en el que nunca había estado. Por lo que podía ver, era un campo abierto. Los caminos de barro, la lejanía de las casas y la lluvia que caía con fuerza impedían que pudiera salir de donde se encontraba, una pequeña casa.
  En su desesperación por entender qué había pasado, Juan hacía un resumen mental de lo último que había hecho. Estaba en su casa, sentado en su sofá preferido, leyendo una novela policial. El detective estaba a punto de resolver un caso que era el más importante de su carrera. Estaba solo porque sus compañeros tuvieron problemas en el camino. Aparentemente la lluvia trajo problemas en la autopista, y el gran embotellamiento del tránsito hacía imposible que llegaran al lugar.
  El detective estaba en el momento y lugar indicados. El asesino se encontraba en el lugar. En cuanto se encontraron empezó el forcejeo. El frío y la lluvia abrían las ventanas y las golpeaban con fuerza. Cuando el detective se descuidó, el asesino lo golpeó fuertemente en la cabeza. Aparentemente el detective Juan perdió la conciencia por unos minutos.


7/07/2014

No hay comentarios:

Publicar un comentario